Hacia tiempo que no hablaba de bandas sonoras, en este caso me ocupo de Aguirre,la colera de Dios del director alemán Werner Herzog. Florian Fricke encontró en el director Herzog un verdadero compañero de correrías. Desde finales de los años sesenta sus caminos se juntaron y Werner siempre rebuscó en las creaciones de Popol Vuh para conformar bandas sonoras que dieran un sentido más elevado a sus filmaciones. En ocasiones pasaba horas y horas sin dormir junto a Fricke escuchando una y otra vez material de archivo del instrumentista. El cineasta afirmaba que de una canción de su amigo Florian podía cobrar vida todo un largometraje. Los sonidos y desarrollos de aquellas tonadas evocaban a Herzog escenas cargadas de misterio y dramatismo, el clásico sello que él mismo imprimía en sus filmes. Aun así, y aunque Fricke estaba dispuesto a complementar la obra de su mentor cinematográfico, en más de una ocasión tenía que recurrir a material sinfónico para apoyar su labor ante una banda sonora. El poder escuchar junto a las canciones del líder de Popol Vuh extractos de Richard Wagner o el indudable chorro de voz de Caruso era todo un privilegio que únicamente las películas de Werner podían ofrecer al espectador. Ese Klaus Kinski cercano a la paranoia, luchando contra su ego y todos los demonios que se agitaban en su interior, campado a sus anchas en las escenas de “Nosferatu”, “Aguirre” o “Fitzcarraldo” arropado por la notas magistrales de un Florian introspectivo. Es curioso descubrir en declaraciones del cineasta que el instrumentista era el único punto capaz de nivelar la balanza entre el bien y el mal, entre Werner Herzog y Klaus Kinski. Sin duda es esta historia uno de esos guiones que darían para una cinta del ya nombrado polémico director. La vida de Florian Fricke, un ilusionista del sonido, del arte y la belleza de su plenitud final. Ahora las reediciones que ponen al día todo su trabajo junto a Popol Vuh colocan en su sitio a un creador como pocos. El 29 de diciembre de 2001 muere Florian Fricke. Junto a este hombre parte uno de los sueños que mayor gloria ha ofrecido a un movimiento como la música experimental alemana. Popol Vuh, barco sonoro que logró atravesar montañas rocosas de cristalinas aguas, se alzaba en los setenta como nombre respetado en el panorama teutón. Este avispado cinéfilo e instrumentista precoz (aprendió piano a los siete años y seis más tarde dominaba las obras de Bach, Haydn o Mozart) saltó al ruedo artístico a los veintiuno con un cortometraje al que tituló “Pilgerfahrt”. Esta experiencia no le dio la fama como cineasta pero sí le logró un puesto en la camarilla del ingenioso y respetado director Werner Herzog. De hecho, y tres años antes de la publicación de la primera obra musical del proyecto Popol Vuh, Fricke ya estaba bajo la batuta del maestro del séptimo arte para dar forma al acompañamiento sonoro del largo “Lebenszeichen”.
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1 comentario:
Una película abrumadora y haciendo honor una de las mejores bandas sonoras de los últimos 30 años. Tienen mucho que aprender los americanos. Supongo que conocerás Fata Morgana de Herzog, si no es así te recomiendo un visionado.Saludos de nuevo y enhorabuena por ese buen gusto tan palpable en este blog desde el primer al último disco.
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