Se hace cada vez más difícil encontrar discos conmovedores dentro del panorama actual. Sobran los álbumes prolijos, llenos de ejercicios de estilo, que intentan hacernos rememorar sensaciones olvidadas. También los que apuestan a los golpes bajos para, desde un riesgo planeado hasta el último detalle, intentar sorprendernos. Lo cierto es que en los últimos años, la edición de discos genuinamente intensos puede contarse con los dedos de una mano. A esto hay que sumarle que, a medida que pasa el tiempo, nuestros corazones se van endureciendo, dejando muchos menos resquicios disponibles para la emoción. Así, poco a poco, nos hemos ido transformando en jueces implacables y no toleramos ningún tipo de soborno emotivo...Sin embargo, de vez en cuando sucede un milagro. En este caso, el responsable es un soldado de mil batallas, una leyenda olvidada, a tal punto que en el 2002 eran pocos los que recordaban que aún estaba vivo. Uno de ellos fue Joe Henry, un productor y músico de Alt-Country que viajó hasta Philadelphia para llevarle al reverendo Solomon Burke, el protagonista de esta historia, la propuesta de volver a grabar un nuevo disco después de años de retiro de la música secular. La idea de Joe Henry fue arriesgada: convocó a fans de Solomon de indudable prestigio, y les solicitó que escriban una canción especialmente para su retorno. Bob Dylan, Brian Wilson, Tom Waits, Elvis Costello, Van Morrison (autor de dos canciones), Nick Lowe, Barry Mann/Cynthia Weil (Elvis Presley, The Crystals, The Ronettes) y Dan Penn (compositor de, por ejemplo, "The Dark End of the Street") fueron los elegidos. Todos respondieron afirmativamente. Finalmente Henry aportó una canción propia y la lista de temas se completó con una composición del ignoto Pick Purnell. ¿El seudónimo tras el cuál se esconde otra celebridad tal vez? Seguramente, aunque no encuentro ninguna información al respecto.Con la confirmación del repertorio a interpretar, solo restaba comenzar a grabarlo y el lugar elegido para hacerlo fue el estudio del Fat Possum Records. La banda de apoyo incluyó, entre otros, a Rudy Copeland, el genial organista ciego de la iglesia de Burke, a Daniel Lanois (U2- Peter Gabriel) y al grupo de gospel The Blind Boys Of Alabama. Aunque parezca asombroso, las sesiones de grabación se completaron en tan sólo cuatro días. Mientras tanto, Solomon Burke hacía suyas canciones que escuchaba por primera vez en su vida... Otra prueba más del carácter excepcional de este disco. El resultado final es sublime, ni más ni menos. Un álbum de Soul tradicional, que, sustentado por una serie de composiciones extraordinarias y por la imponente voz de Solomon, tuvo destino de clásico desde el momento de su gestación. Mi preferida es la estremecedora "Flesh and Blood", aunque igual de sobresalientes son "Don't Give Up On Me", "Fast Train", "Soul Searchin'" y "The Judgment".
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